domingo, 12 de agosto de 2007

Había una vez, un circo...

Un año más se acerca la Semana Grande Bilbaina, y con ella regresa Marijaia, los pasacalles, los fuegos artificiales, los conciertos al aire libre, el teatro, las barracas, y como no, el Gran Circo Mundial.
Cuando era niño, el circo venía de la mano de los Hermanos Tonetti, que eran de Bilbao, y ejercían de payasos en el mismo.
Este prólogo viene a cuento porque de lo que quiero hablar es de los payasos de la tele, es decir, Gaby, Fofó, Miliki y Fofito, iconos televisivos durante los años 70, y que nos hicieron reir a toda una generación.


El circo ejerció durante mi infancia una absoluta fascinación, por lo que cada sabado a la tarde me sentaba en el sofá para disfrutar del programa de la familia Aragón.

Tambien cada año por estas fechas, insistía a mi familia para que me llevaran al circo, sin conseguirlo.

Pero no me importaba, porque aunque no lo viera en vivo, cada semana tenía a mis payasos preferidos en el televisor.

En 1976, el entrañable Fofó se nos fué, y todos los niños lloramos esa lamentable perdida.

Pero sus hermanos e hijo no se vinierón abajo, y le guardarón luto haciendo lo que mejor sabian, que era hacer reir a los niños.

Curiosamente poco después de la muerte del mayor de los Aragón, se acercarón a mi ciudad para llevar su espectáculo en vivo. Si no recuerdo mal, fué en el pabellón de La Casilla donde instalaron su carpa.

Como se acercaba la fecha de mi cumpleaños, mi hermano mayor me quisó hacer el mejor regalo que recibí en ese año, que no fué otro que llevarme a ver el circo de los payasos de la tele.
Disfruté como solo un niño puede hacerlo, con los funanbulistas, los trapecistas, las fieras salvajes, y como no, con los payasos. Además sabiendo la influencia que ejercía la televisión en los infantes, nos trajerón a nuestros personajes favoritos de los dibujos animados, tales como Popeye o los Picapiedra.

Nunca agradecí a mi hermano lo suficiente por hacer que uno de mis sueños se hiciera realidad. Después de aquello, a la familia se unió Emilio Aragón, al que bautizarón como Milikito. Pero ya no sería lo mismo.

Yo fuí creciendo, y la magia del circo se evaporó con el paso a la adolescencia.


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