jueves, 15 de noviembre de 2007

Mi nombre es Bond, James Bond

El agente secreto, al servicio secreto de su Majestad y con licencia para matar, James Bond, fue creado por Ian Fleming en 1953.
Escribió un total de 12 novelas y 9 relatos publicados en diferentes libros, siendo la primera de ellas "Casino Royale".
Fleming nos presenta a un agente cínico, mujeriego y de gatillo fácil, que enseguida conecta con el lector, por lo que se hace muy popular de forma inmediata.
Para crear a su personaje, tomaría de modelo a Cary Grant, el actor al que mejor le ha sentado un smoking.
En las diversas novelas, James Bond viajará por todo el mundo, conocerá bellas mujeres, con las que por supuesto tendrá su consabido romance, y luchará con organizaciones secretas dispuestas a conquistar el mundo.
Sus más firmes aliados a lo largo de los 19 títulos serán M, su superior, y del cual nunca sabremos su verdadero nombre; Moneypenny, la secretaria de M, enamorada platonicamente de Bond; Q, el creador de los artefactos que harán que las misiones de 007 sean muchos más fáciles; y por supuesto el aliado americano de la CIA, Felix Leiter, el contrapunto humorístico en las novelas.
Claro que Bond no sería lo mismo sin su némesis, su particular Moriarty, que no es otro que Ernst Stavro Blofeld, el típico villano Bondiano, con ansias de conquistador, y el más carismático y popular de todos con lo que se ha enfrentado.
La novelas de Ian Fleming, fueron un éxito de tal magnitud, que enseguida le salierón imitadores con desigual fortuna.
Plagadas de acción sin límite, y cercanas a la ciencia ficción, el autor se aleja intencionadamente del las novelas de su compatriota John Le Carré, escritor más realista y analítico.
Como es sabido el cine no dejaría escapar la ocasión de llevar las célebres aventuras de 007 a la gran pantalla, por lo que un avispado productor llamado Albert R. Broccoli se aliaría con Harry Saltzman, produciendo la franquicia más larga y taquillera de la historia del cine.
Pero eso es otra historia, y de las películas se hablara a su debido tiempo.
De momento os invito que os acerqueís a la obra de Ian Fleming. Os sorprendereís gratamente, y comprobareís lo alejadas que están las películas de su referente literario.

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