Tras casi once años y ocho películas, la vida y milagros del mago más famoso del mundo llega a su fin.
En la segunda parte de Harry Potter y las Reliquias de la Muerte, asistimos al duelo final entre este y Voldemort, y solo uno de ellos saldrá con vida.
Durante estos años hemos visto momentos memorables, junto a otros más olvidables, pero de lo que no cabe duda es que estamos ante una saga que pasará a la historia del cine por muy diversos motivos.
El primero de ellos por ser la más taquillera de la historia.
Jamás, en más de 100 años de cine, ha habido una dirección de producción de estas características y proporciones, la cual a priori parecía imposible de mantener.
El hecho de tener durante tan largo tiempo atados a los mismos actores y al mismo equipo técnico podría haber resultado una quimera.
Y no solo por otros compromisos que pudieran tener, sino por los diversos obstáculos que hay en la vida de todo ser humano.
Prueba de ello, es la sustitución a partir de la tercera película de Richard Harris por Michael Gambon en el papel de Dumbledore, debido al fallecimiento del primero.
Por fortuna no ha sido así, excepto algún caso excepcional: el guionista habitual de la saga, Steve Kloves, no pudo escribir la quinta entrega por motivos personales, cosa que repercutió en el film, posiblemente el más flojo de todos, ya que curiosamente pasa ser el de menor duración, cuando la novela resulta ser la de mayor extensión.
Pero vayamos a lo que de verdad importa, que es hacer una breve reseña de lo que me ha parecido esta última, que por motivos comerciales, y por no tener que prescindir de demasiadas cosas de la novela se ha divido en dos.
(Si quereís conocer mi opinion del resto de los films, encontrareís las cinco primeros aquí, y el sexto aquí)
Esta doble entrega, se ha convertido con permiso de la tercera, en la mejor de todas.
En sus cuatro horas y media de duración, hay emoción, épica, y todo lo que se pueda pedir a una producción como esta.
En ella podemos encontrar grandes momentos que se quedaran imborrables en nuestra memoria, y que posiblemente sean de lo mejor de toda la saga.
Prueba de ello lo podemos encontrar en la primera parte, con secuencias como la del momento en que Hermione borra los recuerdos de su existencia a sus padres, o cuando se marca el baile con Harry en la tienda de campaña.
Tambien resulta destacable la secuencia en la que los tres amigos toman la poción de la trasformación, y se hacen pasar por tres trabajadores del Ministerio de Magia, el momento más divertido de una película en la que proliferan los momentos más tenebrosos.
Y por supuesto, cuando se narra la fábula de los tres hermanos, utilizando una técnica visual tan antigua como el propio cine.
En su segunda parte, secuencias para recordar son en la que entran en el banco de los duendes.
Pero sobre todo, el momento más emotivo y destacable de todos, lo encontramos en la secuencia en la que Harry recoge las lágrimas de un agonizante Snape, las lleva al pensadero, y allí ve los recuerdos de este.
En ella podemos ver en pocos minutos, desde su agridulce infancia y juventud, torturado por un amor no correspondido y objeto de todas las burlas de sus compañeros, hasta los verdaderos motivos de su manera de proceder con Harry durante estos años, y nos reconcilia con el personaje menos agradecido de toda la saga.
Un magnífico broche final, como se merece una saga que nos ha estado acompañando durante diez largos años, y que ha visto crecer a varias generaciones.
La criatura creada por J. K. Rowling, ha logrado que los más pequeños se interesen por la lectura en plena era de la tecnología, y que muchos pudieran asistir por primera vez a la magia de una sala oscura de cine.
1 comentario:
Pues a mi el epilogo me ha parecido cutre en cuanto a la caracterizacion de los personajes principales, si apenas se notaban que habian pasado años. Los de maquillaje se podrían haber esforzado mas en caracterizarlos mejor como personas más adultas.
Publicar un comentario