jueves, 20 de diciembre de 2007

El último hombre vivo

Una adaptación más bien libre, (y van tres) de la novela de Richard Matheson, SOY LEYENDA, y que ha dirigido con buen pulso narrativo Francis Lawrence. Por lo menos aquí han mantenido el título de la obra en la que se basa.
En esta ocasión es Will Smith quien interpreta a Robert Neville, el único superviviente de un planeta desolado por un mortal virus, que ha acabado con el 98% de la población mundial, y al resto ha convertido en infectados con un insaciable apetito por la sangre humana.
El arranque es espectacular, mostrándonos un Nueva York devastado y apocalíptico.
El primer acto es sencillamente génial, donde acompañamos a Neville en su perpetua soledad, que esta a punto de acabar con su cordura.
Los únicos alicientes que tiene su solitaria existencia es la compañia de su perra, encontrar una cura contra el virus y por supuesto, la esperanza de que haya alguna otra persona que no este contaminada.
Una primera parte que es angustiante, sobre todo en su primer encuentro con los infectados.
El segundo acto sigue el buen camino iniciado en el primero, pero decae en un tercer acto demasiado previsible, que nos lleva hacia un epílogo con final feliz y esperanzador, (a la manera del "happy end" de la primera versión de Blade Runner), y que desvirtua por completo el tono que hasta ese momento ha llevado la película. Si hubiera acabado antes de ese final, estariamos hablando de una gran película.
Parte del mérito, lo tiene un guión con muy poco diálogo, y en la que apenas hay banda sonora, con grandes momentos de silencio, que acentúan la soledad del individuo.
Y aunque la idea principal del libro esta expuesta, algo se pierde en esta adaptación, sobre todo a la hora de presentarnos a los infectados, como seres salvajes y hambrientos, sin un ápice de inteligencia, (solo el líder da muestras de usar el cerebro), y en la que no pronuncian palabra alguna, todo lo contrario que en la novela, en la que el líder conoce y fué amigo del protagonista.
Y es que si no fuera por ese acto final, estariamos hablando de una obra maestra, que te deja cuando se encienden las luces, con la sensación de que le falta algo para ser casi perfecta.
Aún asi, merece la pena ser vista.

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