Hancock es un superhéroe que vive casi en la indigencía y se pasa el día completamente borracho.
Cada vez que se enfrenta con los malos de turno, causa daños colaterales que le cuesta a la ciudad millones de dólares.
Por eso arrastra muy mala fama, y es causa de mofa.
Pero su vida cambiara desde el momento que salva la vida de un asesor de imagen, que se encargará de darle un lavado de cara.
La incipiente moda de llevar comics a pantalla grande, hace que Hollywood apueste tambien por crear guiones originales, y esta película es una muestra de ello.
Lo que empieza como una comedia, deriva en su segunda mitad a un tono más serio, que no casan demasiado bien, lo que convierte a este film en lo que pudo haber sido y no fué.
Dirige con buen pulso Peter Berg (director de joyas como Very Bad Things o la más reciente La sombra del Reino), y esta protagonizada por un Will Smith cada vez mejor actor.
Pero la culpa de que la película fracase en su intento de hacer cine inteligente no es culpa de ellos, sino de los grandes estudios, que solo buscan éxitos inmediatos y llevar a las salas a un público cada vez más alienado.
Parece ser que en un principio el guión era más oscuro, cercano a lo que M. Night Shyamalan nos mostro en El protegido, pero los productores querían algo más ligero, o lo que es lo mismo la típica película veraniega.
Tambien falla en explicar el origen de los superhéroes, poco creíble y rocambolesco.
Alguien debe pensar que estas películas, basadas en comics o no, son solo productos para niños y a ellos deben ir dirigidas.
Esperemos que con el éxito de El Caballero Oscuro, y la próxima Watchmen, esta tendencia cambie, y en un futuro cercano hagan películas más arriesgadas.
Valoración: ** (sobre *****)
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