
Aquí abandona el humor que impregnaba sus anteriores novelas, para ofrecernos un relato mucho más maduro y denso, que en un principio puede asustar a sus fieles, pero que cuando la acabas, te das cuenta que es su mejor obra, a pesar del regusto amargo que te queda al cerrar el libro.
Silvya es una adolescente, que no sabe muy bien lo que quiere; Leandro es su abuelo, un viejo profesor de piano al que solo le queda esperar lo inevitable; Lorenzo es su padre e hijo de Leandro, al que su mujer le abandonado y no tiene demasiada suerte en el ámbito laboral; y Ariel es un joven futbolista argentino que llega a España con ansias de gloria, pero que ve que en la liga española no es oro todo lo que reluce.
Los caminos de estos cuatro personajes se cruzan a lo largo de las más de 500 páginas del libro, de lectura intensa pero amena, y de los que te encariñas desde el primer momento, a pesar de sus defectos, que son muchos.
Y es que este retrato de perdedores, a los que la vida no parece sonreír, y que a pesar de ello afrontan la vida de forma positiva, es realmente excelente y a cuyo autor hay ir siguiendo la pista, ya que con tan solo tres novelas se ha convertido en uno de nuestros más solidos valores, dentro de la literatura.
1 comentario:
Buen autor espero volver a coger la novela ya que con tanta novedad del salon me encuentro saturado.
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