miércoles, 4 de junio de 2008

La fuga de Fox River

Lincoln Burrows es acusado de asesinar al hermano de la vicepresidenta de los Estados Unidos, por lo que es condenado a pena de muerte, y mientras espera su ejecución en la silla eléctrica es encerrado en la Penitenciaria Estatal Fox River.
Su hermano Michael Scofield, ingeniero de profesión, y diseñador de la prisión idea un plan para salvar a su hermano.
Se tatua por todo el cuerpo los planos cifrados que el mismo diseñó, y cuando empieza la serie le vemos cometiendo un atraco a un banco, por lo que acaba encerrado en la misma prisión que su hermano.
Una vez allí, empieza idear la forma de fugarse, mientras entabla amistad con otros presos, entre los que se encuentra su compañero de celda: el cubano Fernando Sucre.
Tambien hay lugar para hacer enemigos, como T-Bag, pedófilo, asesino y persona poco recomendable (de hecho para mi, y a pesar de que da mucho juego a lo largo de toda la serie, su personaje es el más desagradable y vomitivo que he visto nunca en cine o televisión).
Michael resulta ser a priori, un preso ejemplar que se gana la simpatía del Alcaide, que le pide ayuda para la construcción de una maqueta del Taj Mahal, que quiere regalar a su esposa.
Tambien Sarah Tancredi, médico de la prisión, es seducida por la enigmática personalidad de Scolfield.
Aunque tambien hay quien lo tiene bajo su punto de mira, como el jefe de carceleros Belick.
Mientras tanto en la calle, una siniestra organización que se hace llamar La Compañia, intenta borrar cualquier rastro de la existencia de Lincoln, y para ello no dudan en matar a su familia.
A lo largo de los 22 episodios de la primera temporada de Prison Break, vemos como estas dos tramas discurren en paralelo, pero que nos llevan a un mismo destino.
Por supuesto logran fugarse, aunque el final esta abierto a una nueva temporada.

La segunda temporada trata de como los fugados deben huir de la justicia, a la vez que intentan desenmascarar a La Compañia.
Para su captura, se pide la ayuda del agente del FBI, Alexander Mahone, adicto a las pastillas, y con un oscuro pasado.
La totalidad de estos nuevos 22 episidios, en los cuales tambien asistimos a la búsqueda de un botín de uno de los fugados, es practicamente el típico juego del gato y el ratón, y al final todos los protagonistas acaban en Panamá, donde por culpa de La Compañia, Michael acaba junto a otros conocidos nuestros en Sona, una prisión de la que nadie a logrado escapar jamás.

Si la primera temporada resultó ser innovadora y narrada de manera magistral, manteniédote en vilo en cada entrega, y con la adrenalina a tope; la segunda resultó ser todo lo contrario, haciendose por momentos aburrida, y del todo previsible.

Pero hete aqui una tercera temporada, de tan solo 13 capítulos debido a la huelga de guionistas, y en donde la serie vuelve a remontar el vuelo.

Esta vez los hermanos, con Michael encerrado en Sona, y Lincoln en la calle, son chantajeados por La Compañia, y deben tratar de sacar de la prisión a un tipo que en el momento de empezar se encuentra incomunicado y que responde por el nombre de James Whistler.

Para ello, Scolfield debera ganarse la confianza del Lechero, preso que tiene atemorizado al resto, y que gobierna la prisión a su antojo, mientras los carceleros miran hacia otro lado.

Una temporada más corta que las anteriores, pero igual de intensa que la primera, trás el fiasco que me supuso la segunda.

Su final abierto augura una cuarta, en principio interesante, que en el momento de escribir esto, se encuentra en fase de rodaje. Ya veremos.

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