En 1982 llegaría a las carteleras de todo el mundo, una película en la que todos los aficionados a la fantasía y al cómic teniamos puestas muchas esperanzas.
Una película que estaba llamada a convertirse en mítica: Conan, el bárbaro.
Quizás no era el bárbaro que creó Robert E. Howard; ni tampoco el que Roy Thomas nos ofrecía en los comics, pero eso no fué obstáculo para que pudiesemos disfrutar de ella.
Hartos como estabamos de decorados de cartón piedra y monstruos de plastilina, John Millius en la dirección y un por aquel entonces desconocido Oliver Stone nos ofrecierón un espectáculo puro y duro bajo la producción de Dino de Laurentis.
Se rodó por completo en pasajes naturales de España, y en ella un niño llamado Jorge Sanz interpretó a un infante Conan, y en la que sus padres eran los actores William Smith (conocido por aquella época como el malvado Falconetti de la serie Hombre rico, hombre pobre), y la sex symbol setentera Nadiuska.
Pero sus protagonistas fuerón un joven culturista que se estaba labrando una carrera como actor en producciones de serie B llamado Arnold Schwarzenegger como el impresionante cimmerio y James Earl Jones como un convincente Thulsa Doom.
No nos podemos olvidar de la excelente banda sonora que acompaña a las imágenes, compuesta por un inspirado Basil Poledouris.
El trabajo de todos ellos, hizó que pudieramos ver en pantalla grande un film épico y adulto, muy alejado del infantilismo de producciones actuales.
Tuvó un secuela titulada Conan el destructor en la que obtuvimos todo lo que citaba anteriormente.
Es decir, decorados cutres, efectos visuales pobres y un guión mediocre e infantil.
Por suerte, nos queda para el recuerdo esta excelente película.
Ojala la nueva versión que se esta gestionando,sea la mitad de buena que esta.
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