En la excelente web de la revista Cinemanía podeís encontrar un muy buen documentado artículo sobre las 20 muertes de Sean Bean, gran actor inglés, que ya sea interpretando a villanos o héroes, casi siempre acaba criando malvas.
Incluso hay un video con todas sus muertes en Youtube.
O debería decir casi todas, ya que falta la de la nueva serie Missing, que protagoniza y produce Ashley Judd, (por cierto, creo que debería demandar a su cirujano plastico, por que hay que ver lo fea que sale en la citada serie), donde bate el record de la muerte más rapida, ya que fallece en la primera secuencia del primer capítulo.
Rusulta curioso, pero lleva camino de convertirse en el actor que más veces ha muerto en la pantalla, y todas ellas de manera violenta.
Eso, si no lo es ya.
De entre todas sus muertes, las más recordadas serán por siempre jamás, dos de ellas:
La de Boromir, al final de La Comunidad del Anillo, primera entrega de la excelsa trilogía El Señor de los Anillos.
Y por supuesto la de Eddard Stark, en el noveno capítulo de la primera temporada de Juego de Tronos, serie que si continúa por el mismo camino que lleva esta ahora, puede convertirse en la mejor producción jamás realizada para televisión.
sábado, 21 de abril de 2012
viernes, 6 de abril de 2012
Retrospectiva de un lector de comics
Desde que tengo uso de razón, casi siempre he tenido un cómic entre las manos.
Empecé, como no podía ser de otra manera, con tebeos para niños, aquellos Pumby de Sanchís, para descubrir poco después los Mortadelo y toda la galería de personajes de la editorial Bruguera.
Eran tiempos en los cuales emitian series de dibujos animados como Heidi o Marco, lo que me hacia consumir tambien su adaptación al mundo de las viñetas.
Con Bruguera tambien descubrí las grandes obras de la literatura a través de aquellas Joyas Literarias Juveniles, que adaptaban en apenas 30 páginas las novelas de Julio Verne, Charles Dickens y Emilio Salgari, entre muchos otros autores.
Pero mi afición se acentúo cuando descubrí los superhéroes americanos de la mano de la editorial Vértice.
Todo un universo llamado Marvel, en el cual cualquier persona normal y corriente podía conseguir poderes, con los cuales tendría que lidiar en su vida diaria.
Personajes con los que cualquier hijo de vecino se podía ver identificado.
El ejemplo más claro estaba en el introvertido y brillante estudiante Peter Parker, que por culpa de la picadura de una araña radioactiva vió como su mediocre existencia daba un giro radical.
Este post se centra en mi vida con los cómics, a traves de la andadura de Spiderman en España, ya que durante muchos años ha sido mi personaje favorito.
Fué el primero que descubrí, y ha sido siempre el que me ha acompañado en los mejores y peores momentos de mi existencia.
Con los comics de Marvel, pase en mi fuero interno, de ser considerado infante, a ser un adulto, ya que, como rezaba en todas las portadas de Vértice, sus publicaciones eran Revistas para adultos.
Los años 70, eran años en los cuales el coleccionismo no estaba arraigado como ahora, por lo que la mejor manera de leer muchos tebeos, era cambiandolos con otros jóvenes lectores, o en el kiosko que había cerca de casa.
Como decía al principio, fue uno de Spiderman el primero que cayó en mis manos, aunque no recuerdo cual pudo ser.
Desde ese momento, solo quería leer las historias del trepamuros, y a través de él conocí a otros personajes de tan vasto universo.
Mi pasión por el personaje fué tal, que cuando se estreno su primera película, estuve dando la tabarra en casa hasta que me llevarón a verla, cosa que hizo mi hermana pequeña, nueve años mayor que yo.
Recuerdo con cariño, aquella inolvidable tarde de domingo, esperando que abrierán la taquilla, en un bar al lado del cine, en donde mi dulce hermana mi invito a un refresco de cola, y a un paquete de patatas fritas.
Fué mi primera vez en una sala oscura, y aunque la historia no era igual que en los comics, el poder ver a tu personaje favorito en imagen real, resultó ser una experiencia sin igual.
Los tebeos de Vértice eran en blanco y negro, por lo cual, algunas veces tenía la extraña necesidad de coger mis lápices de colores y pintarlos.
Como dije antes, no recuerdo el primero que leí en formato revista, pero si el primero de los que la editorial barcelonesa editaba en un tamaño denominado de bolsillo.
Fué en aquella saga en la cual Spiderman se enfrentaba al vampiro Morbius, y le crecían cuatro brazos.
Pero lo mejor vino cuando descubrí la otra colección dedicada al personaje, llamada Peter Parker, y que se centraba más en el hombre bajo la máscara que en sus hazañas como superhéroe.
Un culebrón (en el buen sentido de la palabra) para adolescentes, con el que te sentías plenamente identificado.
Sus relaciones en el instituto con sus compañeros de clase, y sus escarceos con las chicas, eran muy parecidos a los nuestros en la escuela.
El gran salto vino cuando Bruguera empezó a publicar tebeos Marvel.
Esto sucedió después de editar la adaptación de La Guerra de las Galaxias, y los comics de 2001.La Odisea en el Espacio, escritos y dibujados por el Rey Jack Kirby, inspirados en los conceptos de la película de Kubrick, que fueron los primeros comics Marvel que yo leí a todo color.
Pero antes de llegar al primero en color protagonizado por el trepamuros, pude disfrutar de su presencia en el primer número de la hoy olvidada serie La Mosca Humana, personaje que, quizás sea obra de la nostalgia, pero le guardo mucho cariño, y no me importaría que la Marvel actual la sacase del olvido.
Bruguera sacó tambien una colección llamada Pocket de Ases, que eran tomos de tamaño bolsillo, que incluían un buen puñado de historias, gracias a los cuales la lectura se alargaba, para un mayor disfrute.
Durante esos años, nos llegó la primera serie de dibujos animados del personaje, con una animación más bien pobre, pero que adaptaba de manera muy fiel sus aventuras de las viñetas.
Por supuesto la citada serie, tuvo su colección de cromos, la cual pude completar con mucho esfuerzo, y como me paso con otras tantas, no conservo mal que me pese.
Esto sucedía a finales de los 70, cuando se empezó a publicar revistas como 1984, Creepy o Cimoc, gracias a las cuales me empezó a interesar otro tipo de comics.
Y llegarón los 80, y con ellos mi interes por el cómic europeo empezó a crecer gracias a autores como Moebius, Vicente Segrelles o Richard Corben, aunque este último sea norteamericano, y a obras como El Incal, El Mercenario o Den.
Tambien llegó el principio del fin para Vértice (que pasó a llamarse en sus últimos años Surco), y Bruguera.
Entonces llegó Planeta, creando un división de comics a la que llamó Forum, y se hizo con los derechos de Marvel para España.
Comenzó su andadura publicando La espada salvaje de Conan en formato revista, por aquello de que se estrenaba una película basada en el personaje creado por Robert E. Howard.
Por supuesto, tambien nos trajo Conan el bárbaro, y como no podía ser de otra manera Spiderman, titulo en el cual alternaban las tres series que por aquel se publicaban del hombre araña, que por supuesto yo compraba de manera religiosa cada 15 días.
En estos primeros años de Marvel en su nueva casa, descubrí obras tan interesantes como los Alpha Flight de John Byrne, o Los 4 Fantásticos, obra del mismo autor.
Por entonces llegó el mayor evento Marvel de toda su historia, las Secret Wars, obra con la que el adolescente que un servidor era por entonces disfrutó como nunca había disfrutado.
La editorial Zinco, que hasta el momento se había limitado a publicar cómics de procedencia italiana que rozaban el porno, compro los derechos de DC, y por vez primera vimos como personajes Superman y Batman era editados en nuestro país de forma digna.
Y en eso que llegó una serie limitada de 12 números titulada Watchmen, escrita por un inglés llamado Alan Moore.
Y un tal Frank Miller, cuyo trabajo en Daredevil fue todo un éxito, nos deleitó con su personal visión del hombre murciélago en Batman. El regreso del Señor de la Noche.
Desde ese momento, el cómic de superhéroes no volvió a ser lo mismo, por lo que paulatinamente fui abandonado su lectura, para centrarme en historias más adultas y menos inocentes, en donde el autor era la estrella, y a finales de esta década, esto solo me los daba el cómic europeo.
En los 90, mis lecturas casi eran exclusiva de Norma Editorial, y cuando esta comenzó a publicar cómic norteamericano de autor, me reconcilié con él.
Gracias a ello, descubrí obras como Give Me Liberty, que Frank Miller guionizó, y Dave Gibbons, dibujante de aquella obra de ingeniería titulada Watchmen, dibujó.
Conocí a un autor llamado Mike Mignola, gracias al cual decubrí a un personaje tan fascinante como Hellboy.
Y John Byrne, el mismo que me fascinó en los 80 en Marvel, me volvió a fascinar con sus Next Men.
Apenas leía cómics, ni europeo ni americano, cuando Hollywood produjó una película titulada X-Men, basada en los cómics de La Patrulla-X de Marvel, y de manera bastante tímida volví a leer tebeos de superhéroes, gracias al coleccionable que Planeta sacó a raíz del citado film.
Corría por entonces el año 2000, pero no sería hasta dos años después, cuando se acercaba la nueva película de Spiderman bajo la dirección de Sam Raimi, cuando mi adormecida pasión por el noveno arte volvió a despertar.
Y lo primero que comencé a comprar fué el Ultimate Spiderman, un relectura new age de un personaje con con más de 30 años de historia, tan fresca y entretenida que casi parecía nueva, y que 10 años después no ha perdido ni ápice de esa frescura.
Las series regulares del Spiderman clásico, se recopilaban mensualmente en un único tomo, y con la llegada de J. M. Straczynski a la serie principal, Forum empezó esta andadura con un nuevo número uno, por lo que este título se convirtió en mi segunda adquisición.
Con el estreno de la película no podía faltar el coleccionable, que incluía aquellas historias que Forum publicó en sus inicios.
Y como no podía ser de otra manera, mi dosis arácnida se ampliaba, con el añadido del añejo sabor nostálgico.
En esta primera década del siglo XXI, fué cuando los habitos fuerón cambiando, y a excepción de los títulos de nuestro amistos vecino, mis compras se centrarón sobre todo en tomos de distinto pelaje.
Cuando Planeta perdió los derechos de Marvel, y Panini comenzó su andadura en España, fué el momento en el que más grapas empecé a comprar, pero de manera paulatinamente las fuí abandonando para comprar solo las que más me interesa leer en el momento de su publicación, dejando las demás para cuando se recopilen en tomo, en esas magníficas, aunque caras ediciones, llamadas Marvel DeLuxe.
En cuanto a mi personaje favorito, cuando empezó su nuevo status en Un Nuevo Día, seguí comprandolo, pero a los pocos meses me canse, y lo abandone de manera definitiva.
Hasta hoy, que con la llegada del evento de Spider Island, he vuelto a picar.
En la pasada década, y en lo que llevamos de la presente, salvo raras excepciones, cada vez que se ha estrenado una película basada en personajes de Marvel, no nos ha faltado el coleccionable de rigor.
Panini en su política expansionista de llegar a toda clase de público, cosa que hace cada vez mejor, nos a ofrecido durante el último año y medio una selección de títulos, tanto clásicos como recientes en un imprescindible y barato coleccionable llamado Marvel Héroes.
Pero ha llegado la hora de darle un descanso, para sacar otro centrado en las series Ultimate, para así, ir preparando el terreno ante el estreno de Los Vengadores (tan solo tres semanas y la tenemos aquí) y el reboot de Spiderman, que llegará el primer viernes de julio.
Un momento perfecto para rengancharte a esto de los comics, como hice yo hace ahora 10 años, y como ya he dicho, coincidio con el el primer film del trepamuros del siglo XXI.
Empecé, como no podía ser de otra manera, con tebeos para niños, aquellos Pumby de Sanchís, para descubrir poco después los Mortadelo y toda la galería de personajes de la editorial Bruguera.
Eran tiempos en los cuales emitian series de dibujos animados como Heidi o Marco, lo que me hacia consumir tambien su adaptación al mundo de las viñetas.
Con Bruguera tambien descubrí las grandes obras de la literatura a través de aquellas Joyas Literarias Juveniles, que adaptaban en apenas 30 páginas las novelas de Julio Verne, Charles Dickens y Emilio Salgari, entre muchos otros autores.
Pero mi afición se acentúo cuando descubrí los superhéroes americanos de la mano de la editorial Vértice.
Todo un universo llamado Marvel, en el cual cualquier persona normal y corriente podía conseguir poderes, con los cuales tendría que lidiar en su vida diaria.
Personajes con los que cualquier hijo de vecino se podía ver identificado.
El ejemplo más claro estaba en el introvertido y brillante estudiante Peter Parker, que por culpa de la picadura de una araña radioactiva vió como su mediocre existencia daba un giro radical.
Este post se centra en mi vida con los cómics, a traves de la andadura de Spiderman en España, ya que durante muchos años ha sido mi personaje favorito.
Fué el primero que descubrí, y ha sido siempre el que me ha acompañado en los mejores y peores momentos de mi existencia.
Con los comics de Marvel, pase en mi fuero interno, de ser considerado infante, a ser un adulto, ya que, como rezaba en todas las portadas de Vértice, sus publicaciones eran Revistas para adultos.
Los años 70, eran años en los cuales el coleccionismo no estaba arraigado como ahora, por lo que la mejor manera de leer muchos tebeos, era cambiandolos con otros jóvenes lectores, o en el kiosko que había cerca de casa.
Como decía al principio, fue uno de Spiderman el primero que cayó en mis manos, aunque no recuerdo cual pudo ser.
Desde ese momento, solo quería leer las historias del trepamuros, y a través de él conocí a otros personajes de tan vasto universo.
Mi pasión por el personaje fué tal, que cuando se estreno su primera película, estuve dando la tabarra en casa hasta que me llevarón a verla, cosa que hizo mi hermana pequeña, nueve años mayor que yo.
Recuerdo con cariño, aquella inolvidable tarde de domingo, esperando que abrierán la taquilla, en un bar al lado del cine, en donde mi dulce hermana mi invito a un refresco de cola, y a un paquete de patatas fritas.
Fué mi primera vez en una sala oscura, y aunque la historia no era igual que en los comics, el poder ver a tu personaje favorito en imagen real, resultó ser una experiencia sin igual.
Los tebeos de Vértice eran en blanco y negro, por lo cual, algunas veces tenía la extraña necesidad de coger mis lápices de colores y pintarlos.
Como dije antes, no recuerdo el primero que leí en formato revista, pero si el primero de los que la editorial barcelonesa editaba en un tamaño denominado de bolsillo.
Fué en aquella saga en la cual Spiderman se enfrentaba al vampiro Morbius, y le crecían cuatro brazos.
Pero lo mejor vino cuando descubrí la otra colección dedicada al personaje, llamada Peter Parker, y que se centraba más en el hombre bajo la máscara que en sus hazañas como superhéroe.
Un culebrón (en el buen sentido de la palabra) para adolescentes, con el que te sentías plenamente identificado.
Sus relaciones en el instituto con sus compañeros de clase, y sus escarceos con las chicas, eran muy parecidos a los nuestros en la escuela.
El gran salto vino cuando Bruguera empezó a publicar tebeos Marvel.
Esto sucedió después de editar la adaptación de La Guerra de las Galaxias, y los comics de 2001.La Odisea en el Espacio, escritos y dibujados por el Rey Jack Kirby, inspirados en los conceptos de la película de Kubrick, que fueron los primeros comics Marvel que yo leí a todo color.
Pero antes de llegar al primero en color protagonizado por el trepamuros, pude disfrutar de su presencia en el primer número de la hoy olvidada serie La Mosca Humana, personaje que, quizás sea obra de la nostalgia, pero le guardo mucho cariño, y no me importaría que la Marvel actual la sacase del olvido.
Bruguera sacó tambien una colección llamada Pocket de Ases, que eran tomos de tamaño bolsillo, que incluían un buen puñado de historias, gracias a los cuales la lectura se alargaba, para un mayor disfrute.
Durante esos años, nos llegó la primera serie de dibujos animados del personaje, con una animación más bien pobre, pero que adaptaba de manera muy fiel sus aventuras de las viñetas.
Por supuesto la citada serie, tuvo su colección de cromos, la cual pude completar con mucho esfuerzo, y como me paso con otras tantas, no conservo mal que me pese.
Esto sucedía a finales de los 70, cuando se empezó a publicar revistas como 1984, Creepy o Cimoc, gracias a las cuales me empezó a interesar otro tipo de comics.
Y llegarón los 80, y con ellos mi interes por el cómic europeo empezó a crecer gracias a autores como Moebius, Vicente Segrelles o Richard Corben, aunque este último sea norteamericano, y a obras como El Incal, El Mercenario o Den.
Tambien llegó el principio del fin para Vértice (que pasó a llamarse en sus últimos años Surco), y Bruguera.
Entonces llegó Planeta, creando un división de comics a la que llamó Forum, y se hizo con los derechos de Marvel para España.
Comenzó su andadura publicando La espada salvaje de Conan en formato revista, por aquello de que se estrenaba una película basada en el personaje creado por Robert E. Howard.
Por supuesto, tambien nos trajo Conan el bárbaro, y como no podía ser de otra manera Spiderman, titulo en el cual alternaban las tres series que por aquel se publicaban del hombre araña, que por supuesto yo compraba de manera religiosa cada 15 días.
En estos primeros años de Marvel en su nueva casa, descubrí obras tan interesantes como los Alpha Flight de John Byrne, o Los 4 Fantásticos, obra del mismo autor.
Por entonces llegó el mayor evento Marvel de toda su historia, las Secret Wars, obra con la que el adolescente que un servidor era por entonces disfrutó como nunca había disfrutado.
La editorial Zinco, que hasta el momento se había limitado a publicar cómics de procedencia italiana que rozaban el porno, compro los derechos de DC, y por vez primera vimos como personajes Superman y Batman era editados en nuestro país de forma digna.
Y en eso que llegó una serie limitada de 12 números titulada Watchmen, escrita por un inglés llamado Alan Moore.
Y un tal Frank Miller, cuyo trabajo en Daredevil fue todo un éxito, nos deleitó con su personal visión del hombre murciélago en Batman. El regreso del Señor de la Noche.
Desde ese momento, el cómic de superhéroes no volvió a ser lo mismo, por lo que paulatinamente fui abandonado su lectura, para centrarme en historias más adultas y menos inocentes, en donde el autor era la estrella, y a finales de esta década, esto solo me los daba el cómic europeo.
En los 90, mis lecturas casi eran exclusiva de Norma Editorial, y cuando esta comenzó a publicar cómic norteamericano de autor, me reconcilié con él.
Gracias a ello, descubrí obras como Give Me Liberty, que Frank Miller guionizó, y Dave Gibbons, dibujante de aquella obra de ingeniería titulada Watchmen, dibujó.
Conocí a un autor llamado Mike Mignola, gracias al cual decubrí a un personaje tan fascinante como Hellboy.
Y John Byrne, el mismo que me fascinó en los 80 en Marvel, me volvió a fascinar con sus Next Men.
Apenas leía cómics, ni europeo ni americano, cuando Hollywood produjó una película titulada X-Men, basada en los cómics de La Patrulla-X de Marvel, y de manera bastante tímida volví a leer tebeos de superhéroes, gracias al coleccionable que Planeta sacó a raíz del citado film.
Corría por entonces el año 2000, pero no sería hasta dos años después, cuando se acercaba la nueva película de Spiderman bajo la dirección de Sam Raimi, cuando mi adormecida pasión por el noveno arte volvió a despertar.
Y lo primero que comencé a comprar fué el Ultimate Spiderman, un relectura new age de un personaje con con más de 30 años de historia, tan fresca y entretenida que casi parecía nueva, y que 10 años después no ha perdido ni ápice de esa frescura.
Las series regulares del Spiderman clásico, se recopilaban mensualmente en un único tomo, y con la llegada de J. M. Straczynski a la serie principal, Forum empezó esta andadura con un nuevo número uno, por lo que este título se convirtió en mi segunda adquisición.
Con el estreno de la película no podía faltar el coleccionable, que incluía aquellas historias que Forum publicó en sus inicios.
Y como no podía ser de otra manera, mi dosis arácnida se ampliaba, con el añadido del añejo sabor nostálgico.
En esta primera década del siglo XXI, fué cuando los habitos fuerón cambiando, y a excepción de los títulos de nuestro amistos vecino, mis compras se centrarón sobre todo en tomos de distinto pelaje.
Cuando Planeta perdió los derechos de Marvel, y Panini comenzó su andadura en España, fué el momento en el que más grapas empecé a comprar, pero de manera paulatinamente las fuí abandonando para comprar solo las que más me interesa leer en el momento de su publicación, dejando las demás para cuando se recopilen en tomo, en esas magníficas, aunque caras ediciones, llamadas Marvel DeLuxe.
En cuanto a mi personaje favorito, cuando empezó su nuevo status en Un Nuevo Día, seguí comprandolo, pero a los pocos meses me canse, y lo abandone de manera definitiva.
Hasta hoy, que con la llegada del evento de Spider Island, he vuelto a picar.
En la pasada década, y en lo que llevamos de la presente, salvo raras excepciones, cada vez que se ha estrenado una película basada en personajes de Marvel, no nos ha faltado el coleccionable de rigor.
Panini en su política expansionista de llegar a toda clase de público, cosa que hace cada vez mejor, nos a ofrecido durante el último año y medio una selección de títulos, tanto clásicos como recientes en un imprescindible y barato coleccionable llamado Marvel Héroes.
Pero ha llegado la hora de darle un descanso, para sacar otro centrado en las series Ultimate, para así, ir preparando el terreno ante el estreno de Los Vengadores (tan solo tres semanas y la tenemos aquí) y el reboot de Spiderman, que llegará el primer viernes de julio.
Un momento perfecto para rengancharte a esto de los comics, como hice yo hace ahora 10 años, y como ya he dicho, coincidio con el el primer film del trepamuros del siglo XXI.
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